Ascensión, Felisa, Pilar, Vitorina, Isabel, Esperanza, Raimunda, Angelita, Andresa, Matilde, María Jesús… fueron a la escuela de Garde (Valle de Roncal). Cuando eran pequeñas iban con sus hermanas a buscar agua al barranco. Llenaban las cántaros y volvían con ellas en la cabeza caminando durante dos kilómetros. Era agotador.

Más tarde, ellas se convirtieron en las dueñas de la casa, del pueblo y del valle. Los hombres se marchaban a pastorear a la Ribera o a almadiar por el Eska y las mozas jóvenes, las golondrinas, a fabricar alpargatas a Mauleon.
Este queso es un pequeño homenaje a todas esas mujeres que se quedaron. Ellas nos han transmitido su ilusión por vivir aquí y por luchar para que nunca muera la tierra que las vio nacer.

Yo me he marchado muchas veces, pero siempre he vuelto porque este es mi hogar y aquí está mi pequeña gran familia.

Por eso, este es un queso tierno, lleno de esa motivación, de sabor y de energía que te brinda la juventud.

Alba.